Ceuta

Nací en Ceuta (Africa),una mañana del mes de mayo en esa ciudad tan española,tan llena de luz y tan marinera.Una mañana cuando el olor de las flores inundaba los jardines de San Amaro y los de la Argentina.

Una mañana en la que el olor a salitre se paseaba por el Paseo de las Palmeras y el mar acariciaba la muralla de la Marina. Cuando las campanas de San Francisco anunciaban que el nuevo día había comenzado y las gaviotas chillaban por encima de los barcos que entraban por la bocana entre el muelle de la Puntilla y el del Cañonero Dato. La imagen del Monte Hacho se recortaba saludando de lejos a La Mujer muerta,el Yebel Musa, el Atlante dormido de la mitología.

¿Se puede encontrar un lugar más bello para nacer?

Allí encontré el amor de mi vida que acompaña mis pasos desde que Cupido nos lanzó aquellas benditas flechas que nos unieron para siempre y aunque el destino me alejó de esa querida tierra, a ella volvemos con nuestros hijos para bebernos su aire, su cielo, sus gentes.

Nacida en Africa, así se llama este blog y ese es el título que llevo con orgullo grabado en mi alma.

MALENA

Seguidores

lunes, 31 de enero de 2011

Recuerdos de la Medina de Tetuán.


Mis recuerdos se pierden en la noche de los tiempos, cuando aún no me conocía a mí misma, cuando mi pequeño mundo estaba formado por papá, mamá y mi hermano.

Hasta mis recuerdos llegan los olores de la hierbabuena que rebosaba con generosidad en los vasos de té moruno y que, mezclados con los de las flores de azahar que adornaban los naranjos, y las especies de los pinchitos que se iban haciendo en la puerta de los cafetines, se introdujeron en mí y me acompañaron toda mi vida.

Los olores... y la mano de papá que presionaba la mía para llamar la atención cada vez que surgía algo que consideraba interesante para mí. Los comercios pequeños en los que colgaban kaftanes de vistosos tejidos y colores o bien joyas con filigranas que parecían encajes.

Gritaban persiguiéndose los niños, que corrían entre puestos callejeros que vendían frutas y verduras, o tostaban pipas o garbanzos en aquellas callejuelas que se entrecruzaban como en un laberinto.

Gritaban los portadores de carros o de pequeños burros mientras las mujeres con su rostro tapado, llevaban en tablas de madera sobre la cabeza los panes hechos en casa y que llevaban a hornear.

Otra vez los olores...papá se para delante de un hombre que sentado encima de un banquillo de madera está asando panochas de maiz y me compra una. Yo la cojo con cuidado para no quemarme y sonrío a papá agradeciéndoselo.

Se oye la voz del muecín llamando a la oración. El sol africano empieza a declinar y yo, sintiéndome feliz en aquel mundo que era el mío,el de mi niñez, apretaba con cariño la mano de papá mientras seguíamos adentrándonos de paseo por la Medina.

Malena