( En primer plano, yo, y detrás la montaña que llamamos "La Mujer muerta". El Yebel Musa o el dios Atlante de la mitología).
La ciudad en la que nací, la llamada "Perla del Mediterráneo", hace honor al título porque sus calles limpias y llenas de flores relucen protegidas por las siete colinas que le dieron su nombre: Septem.
Esta ciudad-mi ciudad- está bañada por el Mar Mediterráneo y por el Oceáno Atlántico.
Hacía tres años que no iba y aunque la llevo en un rinconcito de mi alma, al irse acercando el Ferry a su costa, mi corazón empezó a latir de diferente forma. Mis montañas: La Mujer Muerta (el Yebel Musa) y el Monte Hacho me saludaban y el sol no queriendo permanecer ajeno a esa bienvenida, se reflejaba en las doradas cúpulas de la Catedral.
Todo me era familiar. Cada edificio que se recortaba sobre el cielo africano, intensamente azul, me hablaba de sus vivencias. Mi Ceuta, la ciudad de las cuatro culturas (hebrea, indú, musulmana y cristiana) que conviven en perfecta armonía, me daba la bienvenida y sus aguas, al chocar contra las rocas iban diciéndome en un lenguaje que yo solamente podía escuchar:
-Ya estás aquí...
-Ya estás aquí...
Y Malena se hizo una con los montes, con el mar, con la brisa marina, con las gaviotas que volaban sobre las pequeñas barcas de pesca porque...¡Estaba en Ceuta!
Malena